Glaciares

Glaciares

Un glaciar es una masa de hielo que fluye lentamente y que tiene una increíble capacidad erosiva, esculpiendo montañas en crestas escarpadas, cumbres, y valles con forma de “U”. Los glaciares se forman por la acumulación de nieve a lo largo de los años en una misma ubicación por el tiempo suficiente permitiendo que se compacte en una masa de hielo grande y espesa. A pesar de su masa (unos son del tamaño de una cancha de futbol, mientras otros alcanzan cientos de kilómetros de longitud), los glaciares fluyen como ríos, es decir tienen movimiento.

 

Los glaciares comienzan a formarse cuando la nieve caída permanece en la misma ubicación todo el año (es imperativo que se acumule más nieve en invierno que la que se derrite en verano). La acumulación de capas de nieve espesas entierran y comprimen a las anteriores, forzando a la nieve a recristalizarse formando granos y destruyendo las formas hexagonales de los copos de nieve. Gradualmente estos granos van creciendo y el espacio entre ellos disminuyendo, causando que la nieve se compacte e incremente su densidad. Con el paso del tiempo, la nieve convertida en cristales de hielo se encuentra tan comprimida que el espacio de aire entre cristales es minúsculo. Este proceso de transformación puede llevar décadas o cientos de años dependiendo en la cantidad de nieve.

¿Cómo fluyen los glaciares?

Un glaciar inicia su flujo cuando se acumula agua derretida debajo del hielo; esto ocurre cuando una masa gruesa se deforma plásticamente por su propio peso (el hielo glacial es muy pesado y esto puede ocasionar el derretimiento del hielo que está en la base). El calor de la superficie terrestre también puede causar el derretimiento del hielo.

La mayoría de los glaciares se localizan cerca de los polos, pero existen en todos los continentes de la Tierra, incluso África. Requieren unas condiciones climáticas específicas, la mayoría se encuentran en regiones de caídas de nieve altas en el invierno y temperaturas frías en el verano. Estas condiciones aseguran que la nieve acumulada en el invierno no se pierda en el verano. Dicho estado prevalece en las regiones polares y alpinas.

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